El Sevilla FC se convirtió anoche en un héroe mundial al eliminar al FC Barcelona de la Copa del Rey. Copa en la que partía como favorito y cuya consecución habría supuesto la mayor hazaña futbolística de todos los tiempos: victoria deslumbrante en siete campeonatos consecutivos. Sin embargo, ahí estaba el equipo nervionense defendiendo con garra en su campo para hacer valer los goles de la ida en el Camp Nou.
Ambos equipos sabían lo que se jugaban en el encuentro sevillano. Por una parte, los locales querían dejar atrás la mala racha liguera para demostrar por qué están en lo más alto y son un rival digno de tener en cuenta. Por otra, los culés necesitaban reivindicar sus seis copas para, sobre todo, quitarle la sonrisa a esos madridistas que se frotaron las manos la noche de Reyes por su derrota.
No obstante, el ímpetu de ataque, la rabia defensiva y el hambre de goles era tan similar para sevillistas y barcelonistas, que se fueron al descanso con el marcador intacto. Imbatibilidad que no nubla un despliegue del mejor fútbol al que estamos acostumbrados en la Copa del Rey, teniendo en cuenta las bajas del Sevilla y la ausencia del gran Valdés.
Segunda parte de infarto
Pese a adelantarse en el marcador en el minuto 63, los chicos de Guardiola no fueron capaces de batir la portería sevillista. Portería donde se encontraba el meta al que hace un par de años los aficionados llamaban 'San Palop' y que a partir de ayer se ganó un huequito en el cielo deportivo. El cancerbero rojiblanco hizo lo imposible para que, finalmente, se produjera el milagro: el Sevilla clasificado para cuartos de final gracias a una serie de paradas dignas del mejor Casillas.
Finalmente, y como diría una buena amiga, "Ganó el fútbol" y todos los aficionados nos deleitamos con un partido digno de Champions.
Todo se andará...
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